Tirso López Cruz


Deja rodar la naranja que da para tu aposento, no le metas el puñal que va mi Corazón dentro y lo podrás lastimar…

Tirso López. Foto de Zenén Zeferino Malpica


Tirso López Cruz  nació en 1942 en la comunidad de Comejen, municipio de Acayucan, Veracruz. Desde pequeño aprendió a tocar la jarana y a versar. Es referencia obligada de los cantadores del sur, músico y poeta de gran influencia en la región. Se caracteriza por su potente voz y su gran memoria, conoce un sinfín de versos tradicionales de son jarocho. Desde pequeño supo lo que era el trabajo en el campo y hasta ahora ha dedicado la mayor parte de su vida a la tierra y a la música.  

El primer encuentro de Tirso con la música fue a los 8 años, mientras cargaba las botellas de licor de los músicos que asistían a las fiestas de su pueblo. Así, observando y escuchando, estos músicos se convirtieron en sus primeros maestros. En su adolescencia, le gustaba recitar los cantos en las posadas y las décimas para el niño Dios.  Aprendió a cantar con Mario Gómez y en su madurez, fue compañero de andanzas de Agapito Alfonso, guitarrero reconocido de la región.

A lo largo de su trayectoria se ha presentado en diversos Encuentros de Jaraneros de Santiago Tuxtla y Minatitlán, Veracruz.  En recientes años ha participado como músico del espectáculo Al sol y al Sereno, en Puebla, Estado de México, Xalapa y el Puerto de Veracruz.  
Tirso López. Foto de Manuel López

Hoy con su estilo muy particular sigue llenando el tablao del corazón, con los siglos de lírica que siempre nos comparte. Y seguirá trayendo en su versada la guitarra de son de Don Guadalupe Cruz, el canto de las mujeres del Comején, el bordoneo de Espirindión Ramos, la versada de Praxedis Baeza y la Guitarra Grande de su amigo y compañero Agapito Alfonso, como le reitera Zenen Zeferino.

Trae consigo una herencia de más de 70 años y, ahora, jóvenes de su pueblo natal han aprendido de primera mano su particular forma de versar manteniendo eso que define el campo, la caña,  y los naranjales de  Comejen.

No sé que me diste tú
que no te puedo olvidar,
cargarás oro molido
o piedra de adivinar,
que por donde quiera que ando
parece que te oigo hablar,
por donde quiera que voy
y por donde quiera que ando
parece que oigo tu voz
y que estamos platicando.

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